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El estudiante de primer año de Magíster en Pensamiento Contemporáneo: Filosofía y Pensamiento Político acaba de publicar Cima (Independientes y sin título, 2020), su debut literario, que ha puesto a disposición en forma gratuita para descargar en la página de Instagram del sello y que también se puede leer directamente aquí.
“La voz poética de Feyie Ferrán se eleva como un refugio arquetípico. Esa tranquilidad de la oración profunda que a espaldas del recuerdo del padre logra sortear los lugares comunes, haciendo de ellos un descanso en el camino, para reflexionar, para filosofar con la vida simplemente. Esta es la voz de todos los que han tenido el coraje de tender una cuerda entre cima y sima”, comenta el poeta Javier Abarca en uno de los paratextos que acompañan la edición.
Nacido en Santiago en 1994, Ferrán realizó su pregrado de Filosofía en la Universidad Alberto Hurtado y luego obtuvo una beca de excelencia para cursar el Magíster en el IDF. Sostiene que el programa le interesó “porque existe una gran cantidad de posibilidades de estudio. Hay muchos profesores que dedican sus investigaciones en distintas direcciones, quizás esa variedad multitemática fue lo que más me gustó. Mis primeras impresiones han sido muy gratas, los profesores han sido muy amables y han lidiado con mucho coraje esta situación de la digitalización de las clases. Entre los compañeros y compañeras hemos hecho un grupo muy acogedor y en estos tiempos de crisis es muy agradable saber que existe interés en que nadie se quede atrás con la materia o que nos pongamos de acuerdo en decisiones grupales, no ha existido la competitividad”.
¿Desde cuándo escribes?
Es difícil recordar el momento en que inicié con la escritura, a veces también me lo he preguntado y creo que dependerá de cómo defina escritura. Por un lado, creo que fue entre los 15 y 16 años cuando escribí mi primer poema (no recuerdo de qué hablaba). Pero, por el otro, desde muy chico escribía –algunas veces de modo mental y otras en papel– historias que luego recreaba con mis juguetes. Mis padres trabajaban prácticamente todo el día y muchas veces estaba solo e inventaba largas historias que podrían incluso durar semanas (las alargaba hasta que se me ocurriera otra idea con qué jugar).
¿Cómo llegaste a la filosofía? ¿Pensaste estudiar literatura también? ¿Te interesa relacionar ambas disciplinas?
Yo llegué a la filosofía muy tarde, por decirlo así, ya que recién cuando ingresé al Bachillerato en Humanidades en la UAH me di cuenta que era lo que quería hacer. En ese momento, justamente, me debatía entre Filosofía y Literatura y me decidí por la primera al considerar que el fondo teórico que me daría me iba a ayudar mucho más para la escritura. Y ahora que me preguntas, creo que sí me gusta la idea de relacionar filosofía y literatura, hay autores como Deleuze o el mismo Marx (que utiliza constantemente a Shakespeare para establecer relaciones) que lo han hecho y ellos me inspiran a pensar que existen muchas problemáticas que abordar entre ambas disciplinas.
¿Cómo trabajaste este primer libro?
La creación de este libro fue muy especial para mí, porque mi primera idea era escribir un poemario sobre el cuerpo, en el año 2014 había escrito algunos borradores con ideas sueltas que tenían que ver con la pérdida del cuerpo y el lugar del alma o la conciencia en todo esto. Luego, con la muerte de mi papá necesitaba encontrar una manera de llevar a cabo el luto, así que por una “necesidad” comencé a trazar un poemario sobre su vida. Sin darme cuenta, muchas reflexiones que ya había hecho me sirvieron para comprender lo que quería decir sobre mi padre. Creo que a todos nos puede ocurrir esto, uno quiere mucho a sus papás y tiene una imagen de ellos que de pronto es muy incomprensible para los demás. ¿Cómo podría yo mostrarle al resto lo que significó mi papá para mí? Este era el reto y quizás lo logré o quizás no, pero estoy seguro de que la escritura del poemario me sirvió para darme cuenta de cosas que no había visto antes, que tus padres son humanos y cometen errores, que todos intentamos hacer lo mejor que podemos y dependerá de cada uno aprender de estas experiencias difíciles.
La sección inicial de tu libro parece haber sido influida, en parte, por uno de los poetas citados en los epígrafes, Humberto Díaz-Casanueva, quien también tuvo una relación intensa con la filosofía. ¿Es así? ¿Qué otras lecturas han marcado tu escritura hasta ahora y cómo se vincula con tus estudios filosóficos? ¿Se retroalimentan?
La verdad es que sí, quizás debo decir que Humberto Díaz-Casanueva y Jorge Manrique fueron unas especies de “maestros” al momento hablar sobre la muerte y más sobre la muerte del padre (o la madre en el caso de Díaz-Casanueva). Cuando leí Réquiem de Díaz-Casanueva sentí que su poesía no solo estaba intentando “cantarle” a la muerte de su madre, más bien me di cuenta que en sus versos estaban disputándose cuestiones aún más profundas. Una de estas es la comprensión que tenemos de la muerte y cómo nos enfrentamos a ella, en ese sentido Díaz-Casanueva fue un gran discípulo de Heidegger y daba cuenta que somos “seres para la muerte”. Eso sí él mismo en algún momento advirtió que su poesía no era una reflexión filosófica y se desmarcaba de ello, pero creo que hay algo ahí, en estos poetas de la generación del 38, que es muy potente, ya que ellos estaban “pensando la poesía” más allá de solo escribirla. Aquí cae de cajón la otra pregunta que me haces, pues en términos poéticos quienes han hecho este “pensar la poesía” han sido Rilke y Mallarmé (hay más, por supuesto) como también lo hicieron muchos de la generación del 38 de quienes Eduardo Anguita, Gustavo Ossorio y Humberto Díaz-Casanueva son de quienes más he aprendido. Por cierto, quien se ha hecho cargo de esto ha sido Javier Abarca Medel, quien rescató la obra de Ossorio que es fundamental para la poesía chilena. Por supuesto, esto se vincula con mis estudios filosóficos en la medida en que yo me he centrado en la filosofía como una disciplina interdisciplinar, es decir, que ella misma constantemente debe vérselas con otros saberes para así ejercer su propia actividad. Literatura, política y filosofía poseen, en este sentido, un punto en común, pueden dialogar.
¿Cómo ves la situación de la filosofía en Chile? ¿Crees que la filosofía tiene un rol dentro del contexto político actual?
Quizás no soy el más propicio para decir cuál es la situación actual, por lo que leo y he visto la filosofía lucha constantemente por mantener un lugar en una sociedad que se dirige siempre lejos de las humanidades. Lo mismo me pasa respecto a la filosofía y el coronavirus, muchos han lanzado sus reflexiones y han fallado o se los ha comido la crítica. Por lo que he leído, en Chile, el más cauto ha sido el profesor Pablo Oyarzún cuando le preguntaron si “tras la epidemia, ¿la vida será la misma?” y él responde que “la vida nunca es la misma”. Creo que es una idea bellísima que quizás merece ser reflexionada, más allá del coronavirus y más allá de la cuarentena que se vive.