News
Durante el 2020, quienes cursan el Magíster en Pensamiento Contemporáneo: Filosofía y Pensamiento Político han tenido que adaptarse a nuevas formas de estudio en formato online y, a la vez, encontrar en sus lecturas herramientas filosóficas para comprender el contexto que estamos viviendo.
A propósito de la apertura del nuevo periodo de admisión 2021 del programa, al que es posible postular desde el 5 de octubre con posibilidad de acceder a becas de excelencia o Conicyt, conversamos con estudiantes que actualmente son parte del Magíster para conocer sus impresiones y su experiencia de estudio en lo que va del año.
Recursos para el presente
¿La perspectiva de las y los pensadores que se estudian en el Magíster contribuye a acceder a herramientas de observación de lo que ha pasado en términos sociales, políticos y sanitarios en los últimos meses? Claudia Sahari, quien que realizó un pregrado en Geografía y luego una maestría en Estudios Políticos y Sociales en la UNAM, México, opina que “sin duda” ha sido así:
—Creo que, entre las compañeras y compañeros, tanto estudiantes como profesoras y profesores se lograba percibir una necesidad de pensar en colectivo aquello por lo que estábamos atravesando. Desde octubre del año pasado, con todo el descontento social, las protestas y la respuesta violenta por parte del Estado, hasta hoy día con la pandemia y todos los ajustes políticos, sociales y sanitarios que ha necesitado su manejo. Entonces, las clases se convirtieron en espacios llenos de recursos para el presente, eso da una satisfacción extra a lo planificado o previsto en un programa de estudios. Al menos para mí significó reiterar lo importante que es la tarea de pensar para el hacer, tanto en lo cotidiano como en una contingencia que nos llena de preguntas e incertidumbres, y que se convierten entonces, en exigencia para la reflexión.
Kevin Tarud, que viene de Periodismo, tiene una visión similar: “Una de las características de este magíster es que no concibe la filosofía como una actividad intelectual completamente divorciada de los problemas políticos y sociales de nuestro tiempo, sino que, por el contrario, busca resaltar el componente esencialmente político que comporta el pensamiento. En este sentido, encuentro que el magíster entrega herramientas discursivas y de análisis no solo para el mundo de la investigación, sino que también para comprender una realidad coyuntural muy compleja, en constante cambio, que muchas veces impide el pensamiento crítico”.
Diego Díaz Hormazábal, politólogo que ya cursó el Diploma de Honores en Pensamiento Contemporáneo en el IDF, profundiza: “En lo que llevamos de año, debido a los seminarios a los que he asistido, hemos estudiado marxismo y fenomenología, dos líneas filosófico-políticas relevantes para tener un acercamiento crítico frente a los fenómenos que hemos presenciado actualmente. Y con actual no sólo me refiero a la pandemia, sino que en retrospectiva podemos analizar, por ejemplo, cómo es que hemos llegado hasta aquí, bajo qué nociones estamos entendiendo el progreso económico, cómo es que los humanos hemos estado viviendo nuestra propia vida, cómo es que la acumulación desenfrenada del capital y la oligarquización de facto que se ha desarrollado en este país ha jugado un papel decisivo en desarrollar y profundizar la infinita desigualdad social, política, económica y sanitaria que vivimos día a día, reflejada en múltiples conflictos sociales, desde ver cómo es que se criminaliza la protesta, cómo es que se norman cuerpos desde una ciencia con claro sesgo patriarcal, o cómo es que se multiplica el rechazo hacia una otredad, hacia un afuera, desde el racismo, la homofobia o el nacionalismo”.
El desafío de acercarse a la filosofía
Claudia Sahari cuenta que ingresó al Magíster atraída por “la carga curricular y la apertura que ofrece a la transdisciplinariedad: pensé que era el programa idóneo para generar una mayor proximidad a las discusiones que desde la filosofía política me interesaban, y así ha sido. Y en este mismo sentido, pienso que ese ha sido el principal desafío, el acercarme a la filosofía sin contar con una formación dentro de ese campo de conocimientos”.
Este desafío es una de las principales características del programa: otorgar una formación filosófica a estudiantes que provienen de distintos pregrados, como Derecho, Ciencias Políticas, Periodismo, Psicología, Sociología o Teoría del Arte. Rodrigo Rojas, por ejemplo, es cineasta y está investigando sobre “la relación entre las nociones de libertad, expresión artística, lenguaje y sentido, con el propósito de elaborar un guion para mi primer largometraje documental respecto a este tema”.
Para Rodrigo, una de las principales dificultades ha sido la práctica de la escritura filosófica: “Sin embargo, la intensidad y la constancia que exige este programa, sumado a la dedicación pedagógica de los profesores, me ha permitido mejorar considerablemente mi rendimiento en estos ámbitos”.
Juan Millalonco, que viene de Derecho, tiene una impresión parecida: “Al tener una formación de pregrado perteneciente a otra disciplina, acercarse a cuestiones técnicas de la filosofía tales como el idealismo alemán o el neokantismo significó un desafío intelectual importante. No obstante, la generosidad de los profesores para explicar cada problema cuanto fuera necesario y el clima de diálogo que se generó en los diversos cursos, me permitieron avanzar en esas complejas materias. Por otro lado, la forma de investigar en filosofía fue un desafío y un gran aprendizaje a la vez. La necesidad de insertar los problemas en alguna discusión previa permite depurar las propias ideas y profundizar en el desarrollo de los temas”.
Quienes vienen de disciplinas más cercanas, como Pedagogía en Filosofía en el caso de Paz Caro, encuentran aquí una mayor profundización en temas y autores distintos: “Mi formación académica no tuvo mucho de filosofía contemporánea, así que me gusta descubrir estos mundos nuevos”. En su caso, el contexto ha sido la mayor dificultad, “porque surgen continuos cambios emocionales provocados respecto a lo que vivimos diariamente en este país, sobre todo con la violencia ejercida por parte de los gobernantes hacia aquelles que siempre han sido afectades, esto hace un poco complejo el existir. Y, a nivel individual, por ahí se hace complejo lidiar con la carga académica que es exigente, más el trabajo, pero pienso que al menos tengo trabajo y uno hace lo que puede. A pesar de todo esto, he disfrutado del magíster y siento que he ido aprendiendo”.
Nuevas formas de interacción
Las clases en línea, en este sentido, han sido complejas, dice Paz, “ya que el ambiente de nuestros hogares muchas veces no ayuda a mantenerte tan concentrade, sobre todo cuando hay gates o niñes presentes, o también es molesto cuando hay problemas con el internet y se pierde la espontaneidad. La falta del contacto y la reunión también hacen que algunas ideas se pierdan o no surjan debido a las limitaciones del lenguaje. Creo que está bien para un contexto como el que estamos pasando, quizá se hace lo mejor que se puede, y está bien”.
Claudia Sahari observa que la virtualidad jamás será equiparable con lo presencial (“Incluso, uno de los temores que me ha surgido a causa de la pandemia es que se llegue a pensar que eso es posible”), pero cree que haber continuado con las clases en forma online en vez de suspenderlas “fue una decisión acertada, que incluso tuvo un efecto pedagógico más allá de lo que los cursos pretendían en sí. Me refiero a que me permitió, al menos en lo personal, explorar y aprender otras formas de interacción, reconociendo de esta manera alcances y limitantes. Aunado a ello, pienso que posibilitó dar cierta continuidad a las actividades diarias que sin duda ya se habían visto afectadas por todo lo que la pandemia implicaba”.
Para Kevin Tarud la modalidad virtual también era preferible a la suspensión de actividades: aunque presenta inconvenientes que pueden afectar la dinámica de participación y discusión en clases, le parece una alternativa “lógica, buena y eficiente”. En su caso, cuenta, el mundo de la filosofía no le era completamente ajeno, pues en su pregrado tuvo cursos en los que se buscaba comprender filosóficamente “el rol que la comunicación humana tiene en ámbitos tan diversos como el pensamiento, la política, la comunidad, lo científico y lo estético”, que lo llevaron a interesarse en profundizar estos estudios en un posgrado.
De los cursos a los que ha asistido en el Magíster, Tarud destaca aquellos realizados por el profesor Hernán Pringe sobre Kant y Ernst Cassirer, que le permitieron “profundizar y fortalecer mis conocimientos sobre la filosofía crítica de Kant, y el neokantismo de Cassirer, la que considero es una sólida base para el problema del conocimiento o epistemología en general”; también los del profesor Wolfhart Totschnig sobre la muerte y el renacimiento del sujeto y la inteligencia artificial, el de la profesora María Isabel Peña sobre el mito de Antígona para el feminismo, y el de la profesora Aïcha Messina sobre la escritura del día y la escritura de la noche (sobre Lévinas y Blanchot), que le permitieron “ahondar en algunas de las más acuciantes problemáticas del pensamiento político contemporáneo”.
Diego Díaz Hormazábal, por su parte, dice que lo que más interés le produjo fue estudiar a Marx con el profesor Carlos Casanova, sobre todo porque el profesor lo hizo “desde una perspectiva contemporánea, lejos de los pesos que el s. XX le cargó injustamente a las ideas marxianas. Personalmente, mis lecturas de Marx están influenciadas por los autonomistas italianos y por Deleuze, principalmente, por lo tanto, abordarlo ya lejos de los juicios conservadores de la derecha, pero también lejos de las distorsiones reactivas de la izquierda tradicional y ‘ortodoxa’ provocó en mí un gran entusiasmo a la hora de seguir trabajando marxismo en un futuro, desde la crítica antes que desde la militancia”.
También le interesó estudiar fenomenología a través de una perspectiva feminista con la profesora María Isabel Peña, donde leyeron a Simone de Beauvoir, Judith Butler e Iris Marion Young, “autoras importantísimas del siglo XX y XXI, las cuales siempre filosofaron y filosofan desde la disidencia, siempre denunciando públicamente regímenes de saber-poder hegemónicos. Por lo tanto, fue un lujo adentrarnos en conflictos y problemáticas contemporáneas desde el marxismo y el feminismo actual”.
Paz Caro también destaca el curso de fenomenología y feminismo: “Siento que es importante preguntarnos desde la filosofía por los problemas en los cuales nos ubicamos de manera existencial y mundana, y sin duda el problema de la lucha histórica que se ha vivido por parte de las mujeres debe estudiarse con la pertinencia que merece”.
Juan Millalonco, junto con el mencionado curso de la profesora Messina sobre Lévinas y Blanchot, reconoce que para “su sorpresa” le interesó mucho la “lectura de filósofos que han reflexionado sobre el desarrollo de la inteligencia artificial”, ya que “supuso conocer un tema al que no me había acercado mayormente, y comprobar que se trata de un espacio que permite reflexionar en profundidad acerca de problemas clásicos de la filosofía, tales como el tiempo, la naturaleza humana, la idea de comunidad política, entre otros”.
Finalmente, el estudiante reflexiona que “los problemas que ha enfrentado el ser humano a lo largo de la historia son básicamente los mismos en su raíz (su relación con el entorno, la idea de comunidad, la finitud de la existencia, etc). Desde esta perspectiva, el estudio de pensadores como Kant, Cassirer, Benjamin, Blanchot, Lévinas, Schmitt, entre otros, sin duda amplía el análisis de lo que estamos viviendo y permite desarrollar un pensamiento crítico al respecto. En los hechos, fue una constante en las clases reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo a nivel país, y profundizar sobre los efectos a nivel político, social y personal”.