“El hecho de haber pensado en torno a preguntas y no tanto a autores como se suele hacer en la academia más tradicional, nos llevó a formar ideas nuevas y poco exploradas”, dijo Nicolás Ried, integrante del comité de organización de la actividad e investigador doctoral del Instituto de Filosofía.

El 24 y 25 de noviembre, el Instituto de Filosofía (IDF) y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) realizaron el Seminario Políticas del Gesto. Con la participación de académicos y académicas de ambos planteles, la actividad se desarrolló de manera presencial con el objetivo de resolver la inquietud respecto de qué hacen las y los filósofos y cómo leen los gestos.

Nicolás Ried, integrante del comité de organización del encuentro e investigador doctoral del IDF, valoró el compromiso de las personas que participaron en las instancias de reflexión y conversación. “Cada día, conformamos un grupo de entre 15 y 30 personas que nos dedicamos a abordar las cuestiones centrales propuestas en la invitación: ¿qué hacen los filósofos?, ¿cómo leen los gestos, esos movimientos menores que muchas veces pasan desapercibidos? Quienes expusieron lograron moverse hacia estas preguntas, con el mero interés de pensar con otros. El primer día en la UDP y el segundo en la PUCV en Valparaíso fueron dos instancias muy importantes para conformar una comunidad de pensamiento en torno a estos asuntos”.

Según explicó Ried, una de las reflexiones que marcó el encuentro tuvo relación con la pregunta por los gestos, análisis que fue abordado desde diversas perspectivas como la filosofía, la teoría política, la sociología, la música, el cine y las artes en general. “Uno de los puntos clave fue pensar los gestos en relación con la improvisación, en particular la improvisación musical: tanto esta como los gestos no contemplan reglas predefinidas de antemano, sino que se hacen camino al andar. Ese modo de pensar resulta muy estimulante para mirar el mundo que compartimos”, explicó.

De ese modo, el encuentro finalizó con algunas conclusiones prácticas. Por ejemplo, la importancia que tiene desarrollar actividades presenciales. “Sobre esto último, nos llamó mucho la atención y nos motivó el hecho que participó de las mesas una niña de unos 13 años, acompañada de su madre, sólo por el afán de la curiosidad filosófica”, sostuvo Ried.

“Por otra parte, el hecho de haber pensado en torno a preguntas y no tanto a autores como se suele hacer en la academia más tradicional, nos llevó a formar ideas nuevas y poco exploradas. Además, pensamos seguir cultivando este tipo de reflexiones, dando forma a un libro que compile las actas del seminario (que grabamos por audio) y eventualmente organizar un segundo encuentro que siga la pista de este”, cerró el investigador.