Entrevistamos a uno de los recientes Doctores en Filosofía de nuestro Instituto, Rodrigo Farías, cuya investigación trata el concepto de "pulsión de muerte" de Lacan en un contexto contemporáneo.

 

Rodrigo Farías es Licenciado en Filosofía y Psicólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y hace solo unas semanas defendió su tesis para optar al grado de Doctor en Filosofía por la Universidad Diego Portales y la Radboud University Nijmegen. Quisimos conversar con Rodrigo para conocer más sobre su tema de investigación y su experiencia cursando el doctorado.

 

¿Cómo fue tu experiencia en la cotutela con la Radboud University Nijmegen?

Fue una experiencia muy positiva. Al igual que la UDP bajo la guía doctoral de Aïcha Messina, Radboud tiene exigencias de rigurosidad y disciplina muy altas, lo que sólo benefició al proyecto final. Además, Radboud tiene sólidos profesores y líneas de reflexión en filosofía contemporánea, además en diálogo con la tradición psicoanalítica, que la hicieron una universidad ideal para el proyecto que me interesaba.

El apoyo de Radboud se vio también en distintos aspectos. Mis supervisores allá en Holanda, Philippe Van Haute y Arjen Kleinherenbrink, siempre mostraron disponibilidad para conversar, además de otorgar feedback atento, exigente y detallado. Y salvo la torpeza propia de la racionalidad burocrática, durante todo el trayecto la universidad también mostró mucha disponibilidad para ayudar o solucionar problemas administrativos, logísticos, etc. Eso se agradece cuando uno está peleando con Lacan. Finalmente, algo más trivial es que uno de los problemas que tuve fue culpa del COVID: en Holanda me dieron una oficina magnífica para trabajar, ¡y nunca pude usarla porque unos días después el COVID explotó a nivel mundial!

 

¿Qué te motivó a investigar sobre el concepto de “pulsión de muerte”?

Tratar con seriedad filosófica a la pulsión de muerte tal como Lacan la pensó me permitió profundizar en mi formación de pregrado como filósofo y psicólogo clínico. En un inicio, la investigación giraba en torno al goce en Lacan y al nihilismo en Nietzsche, éste último el que considero el gran problema filosófico que nuestra época contemporánea ha olvidado, con todas las consecuencias que esto ha tenido. Posteriormente lo centré en Lacan, Nietzsche y la interpelación nietzscheana del psicoanálisis por parte de Deleuze y Guattari. Este tema es fascinante, considerando el carácter sintomático que para el psicoanálisis siempre ha tenido Nietzsche, lo que se ve hasta el día de hoy en debates psicoanalíticos y lacanianos, que simplemente no saben qué hacer con el filósofo alemán. Ahora bien, este proyecto también demostró ser demasiado amplio, así que finalmente decidí centrarme en una problemática lacaniana muy pobremente desarrollada en la literatura contemporánea, y dejar el diálogo con la perspectiva nietzscheano-deleuziana para las páginas finales de mi tesis.

Pues bien, ¿por qué la pulsión de muerte? Mi interés filosófico por el goce y el nihilismo (o para ser mucho más preciso, por las paradojas contemporáneas del deseo en el contexto de lo que Nietzsche llamaba «voluntad de nada») proviene de un interés mucho más antiguo por algo que podríamos llamar lógicas de la decadencia. Para simplificar mucho, esta es la idea de la historia humana, específicamente la época que hoy se llama «Antropoceno», como una historia de negación de la vida. Mi interés por este tema proviene de lecturas adolescentes de autores como Morris Berman, Gore Vidal, Arthur Herman, Jean Baudrillard, Michael Crichton, Umberto Eco, y por supuesto, Nietzsche. En el contexto contemporáneo, en que el discurso dominante nos dice que sólo hay una única forma «realista» de ordenar la producción social (curiosamente, la misma que moviliza la debilitación de las democracias, la acumulación de poder en un puñado de grupos financieros, y el colapso climático en curso), este me parece un tema fundamental y absolutamente relevante que la filosofía debería estar discutiendo. Mi forma de afrontarlo, entonces, fue usando mis herramientas como psicólogo y filósofo para indagar cómo puede suceder que el deseo se organice de una forma tan paradójica, motivado por su propia imposibilidad, y qué consecuencias tiene esto para las tareas del futuro. Estudiada desde mi perspectiva nietzscheana, pero a la vez con decidida caridad filosófica, la metapsicología lacaniana de la pulsión me permitió explorar esto.

 

¿Qué dificultades prácticas y técnicas encontraste en el camino para el desarrollo de tu tesis de investigación?

Siguiendo lo que te contaba, algunas de las principales dificultades que encontré fueron metodológicas. Siempre he tenido un amplio rango de intereses, y en el contexto de la investigación doctoral eventualmente tuve que acotar mis preocupaciones lacanianas, deleuzianas y nietzscheanas.

Una vez hecho esto, sin embargo, fue un camino relativamente solitario tener que lidiar con Lacan con la especificidad conceptual que me interesaba. Algo que siempre ayudó mucho fue la literatura secundaria de calidad, así como la guía filosófica de Aïcha Messina y mis supervisores en Holanda. Pero al momento de desentrañar teórico-filosóficamente ciertas nociones lacanianas, lamentablemente estaba un poco solo. Después de todo, en el mundo lacaniano se tiende más a hablar como Lacan que a efectivamente reflexionarlo de manera rigurosa y en un horizonte más amplio de preocupaciones que la mera clínica (que nunca fue un objeto de mi investigación), mientras que muchos filósofos que sí discuten a Lacan lo hacen más bien con la estrategia interpretativa, que yo activamente rechazo, de reducirlo a un hegeliano, a un heideggeriano, etc.

Una tercera dificultad fue simplemente el pantano teórico en el que me metí. Mi pregunta de investigación tenía que ver con la significación filosófica de la pulsión de muerte lacaniana, una significación paradójica en tanto Lacan mismo la consideraba la noción por excelencia que la filosofía no podía sino pasar por alto. Esto significó una labor de reflexión y escritura que tejiera dos líneas de desarrollo en paralelo: la reconstrucción teórica de la noción psicoanalítica, y a la vez su discusión y evaluación filosófica. Todas las otras dificultades teóricas y prácticas que encontré en el camino se desprendían en última instancia de aquí, de lo desafiante que era un proyecto así en primer lugar.

 

¿Qué opciones de investigación a futuro abren las conclusiones a las que has llegado? ¿En qué sentido aporta a la investigación filosófica actual la reconstrucción teórica del concepto “pulsión de muerte” de Lacan?

En primer lugar, planteo una lectura de la pulsión de muerte radicalmente distinta a la lectura hegeliana que Žižek ha popularizado, y en última instancia en diálogo con El Anti-Edipo de Deleuze y Guattari, un libro que, siguiendo a Lacan mismo, esta tradición lacaniano-hegeliana mainstream simplemente no lee. Pero además, dicha reconstrucción teórica aporta pues localiza el núcleo de imposibilidad que constituye el movimiento paradójico del deseo contemporáneo. Desde cierta perspectiva, y para concretizarlo apelando a debates actuales en filosofía política, esto simplemente confirma el realismo capitalista que Jameson, Fisher o Žižek han diagnosticado como la clave para nuestro insoportable presente: nuestra actual forma de producción social es insostenible, pero nada más sería «realista».

Sin embargo, como sugerí, mi interés en reconstruir una teoría del deseo contemporáneo en que su núcleo de imposibilidad es precisamente el tejido del modo de producción subjetiva del capitalismo también se aleja de estas perspectivas. Esto pues, en mi propia distancia nietzscheano-deleuziana con Lacan, intento más bien proveer elementos teóricos para pensar que el problema con la hipótesis del realismo capitalista es que otorga demasiado a la lógica auto-mistificante del capital. Dicha hipótesis, por así decirlo, participa ella misma de lo que denuncia. Por ende, mi labor caritativa de reconstrucción teórica de la pulsión de muerte lacaniana tuvo como función más bien llevarla al punto en que podamos desmitificarla. En otras palabras, como siempre digo cuando sale este tema, nos falta menos Žižek y más David Graeber.

Ahora bien, en la situación chilena hemos visto cómo desperdiciamos la oportunidad histórica de por fin romper con el brutal realismo neoliberal por caer en los mismos discursos que supuestamente habíamos aprendido el 18 de octubre eran ridículos: «Chilezuela» y etc. Ahora le quedará a las generaciones futuras, que ciertamente nos resentirán por haberlas abandonado, hacer el trabajo absolutamente necesario que los discursos hegemónicos nos dicen es «imposible». En este sentido, aunque las líneas de investigación que se abren son lacanianas, nietzscheano-deleuzianas y de filosofía política, las que me interesa explorar son éstas últimas. El viejo proyecto ilustrado de autodeterminación racional de la sociedad, y por ende de democracia económica, sigue aún pendiente, esperando que lo hagamos, y se necesitan voces filosóficas que insistan en el «realismo» de nuestra época como la excepción histórica que siempre ha sido: un mero parpadeo en los largos milenios de radical creatividad política que definen a la historia humana. Quién sabe, quizá cuando las generaciones futuras empiecen a hacer el trabajo que nosotros nos hemos negado a hacer, los matinales invitarán a intelectuales a hablar de David Graeber y de la posibilidad siempre abierta de autodeterminación política. Sería interesante aportar en esa dirección.