Cristián Martínez nos comentó sobre su experiencia realizando su tesis doctoral a través de una cotutela, los desafíos prácticos y técnicos que enfrentó durante su trabajo de investigación y los frutos que de él obtuvo al finalizarlo.

Cristián Martínez es Licenciado en Filosofía por la Universidad de Santiago y Magíster en Filosofía por la Universidad Alberto Hurtado. Hace algunos meses defendió su tesis para optar al grado de Doctor en Filosofía por la Universidad Diego Portales y la Universidad de Colonia, problematizando los conceptos de vida y mundo, siguiendo específicamente las ideas de Husserl.

 

¿Cómo fue tu experiencia en la cotutela con la Universidad de Colonia (Köln)?

Mi experiencia en la Universidad de Colonia (Universität zu Köln, en alemán) fue apasionante y, al mismo tiempo, desafiante. Son varias las razones que podría dar, pero creo que las fundamentales –así como también las que podrían eventualmente beneficiar a los actuales doctorandos de la universidad que quieran replicar una experiencia como la que tuve– son las siguientes:

En primer lugar, ir a vivir a Europa, especialmente a un país como Alemania, implica cambiar desde un mundo familiar a otro. Pese a que se mantiene una normalidad o familiaridad en el sentido de que existen normas compartidas entre los países democráticos de sociedades liberales, culturalmente los alemanes tienen bastantes códigos. Como mi interés siempre fue integrarme de la mejor manera posible en la sociedad y, especialmente, en la vida universitaria del país, siempre observé de manera muy rigurosa las normas, así como siempre que pude, utilicé el alemán como idioma oficial en la vida cotidiana, ya fuera realizar trámites, ir al médico, comprar en el supermercado, etc. Había aprendido el idioma unos años antes, mientras cursaba mis primeros años de doctorado. Sin embargo, en 2021 tomé un curso intensivo de alemán otorgado por el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD en alemán), quienes fueron además quienes financiaron mi estadía de un año y seis meses en Colonia a través de una beca de financiamiento binacional. Es importante mencionar que mi cotutor en Alemania, el Dr. Thiemo Breyer, aceptó que mi investigación se condujera en inglés, idioma en el cual también escribí la tesis. A pesar de eso, siempre cultivé mi aprendizaje de la lengua germana, lo que también potenció mi investigación, pues una parte importante de ella está dedicada a filósofos alemanes, especialmente Edmund Husserl y Helmuth Plessner.

En segundo lugar, es importante destacar que el éxito de mi estadía de investigación radicó en la buena organización que hice del tiempo. Debido a que me había impuesto objetivos ambiciosos, era importante utilizar el tiempo de mi estadía de manera óptima. Es muy fácil desorientarse y dedicar el tiempo a cosas que no aportan directamente al desarrollo de la investigación, cosa que sí me ocurrió, principalmente al inicio. Los dos primeros meses, debido a la compleja búsqueda de apartamento (cosa muy común en varias ciudades de Europa), los trámites en la municipalidad (el registro, la extensión de visado, la vacunación, pues la pandemia estaba en plena vigencia a mi llegada al país, etc.), los primeros contactos sociales, la exploración de la universidad y de los grupos de trabajo (en mi caso, los Archivos Husserl y a.r.t.e.s, dependientes de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Colonia), el llegar a conocer la ciudad, etc., implicaron ocupaciones que fueron muy significativas, pero al mismo tiempo que me exigieron una alta inversión de tiempo. Luego de eso, logré instalarme ya de manera más o menos definitiva, por lo que pude generar un régimen de trabajo riguroso.

En tercer lugar, algo que fue especialmente desafiante para mí, fue el hecho de que mi esposa no pudo viajar conmigo a Alemania. Debido a compromisos personales, familiares y profesionales, Romina tuvo que permanecer en Chile. Era la primera vez que vivía solo en el extranjero y la experiencia fue dura. Pese a que tenía un amigo italiano que vive en Colonia y que, por tal razón, me hice rápidamente de una red de contactos, estar sin la familia y los amigos es algo duro, especialmente para un latinoamericano. Creo que este hecho fue el más complejo de mi estadía, pero aún así, gracias a la fuerza del vínculo que tengo con mi esposa, mi familia, algunos buenos amigos y por supuesto, mi amigo italiano, logré no solo sobrevivir la experiencia, sino que además aprendí el valor de la rigurosidad y la fortaleza de ánimo. Cuando uno está fuera del país natal aprende a valorar fenómenos sociales que, en la vida cotidiana, se asumen sin más y de manera ingenua, tales como la presencia y la compañía de nuestros seres queridos que, por cierto, nunca está asegurada. Además, dentro de esta dimensión, fue muy significativo para mí dejar a mis tres perritos, Pinina, Totso y Patico, con quienes tengo una relación familiar, de amor y de amistad que me costó mucho abandonar. Varias veces los recordaba y me acompañaron en su ausencia, sin saberlo. Mi tesis doctoral fue también dedicada a ellos, como se puede leer en la sección Agradecimientos.

Por último, fue muy importante para mí el contacto y la ayuda con las instituciones que permitieron mi estadía en Colonia. Desde el punto de vista de las instituciones en Alemania, el contacto permanente con las personas de los Archivos Husserl, especialmente mi cotutor y director de los Archivos Husserl, el Dr. Breyer, el secretario de la institución, el Dr. Klaus Sellge, el asistente del profesor Breyer, el Dr. Erik Dzwiza-Ohlsen, así como mi colega y amigo doctorando colaborador de los Archivos, Phillip Battermann. Todos ellos estuvieron siempre presentes y colaboraron con mi investigación desde sus diversos campos de investigación filosófica. También la gente de a.r.t.e.s, especialmente mi contacto personal, el sr. Aiko Wolter, así como de la International Office, el sr. Peter Haase. No puedo dejar de mencionar también a la Sra. Patricia Guzmán, antigua directora de los becarios del DAAD en Bonn para Latinoamérica, quien siempre me orientó en torno a materias de la beca hasta su retiro en noviembre pasado. Desde el punto de vista de la UDP, fue para mí esencial el permanente contacto que tuve con mi tutor, el Dr. Ovidiu Stanciu del IDF, quien estuvo siempre atento y presente en todas las oportunidades en que tenía que resolver alguna situación. Creo que es fundamental en el éxito de una estadía de investigación internacional establecer contactos con las instituciones que a uno lo representan, pues la respuesta a las situaciones y desafíos más importantes muchas veces dependen de cómo ellas funcionen. En mi caso, todo funcionó de manera óptima, por eso no puedo dejar de reconocer la importancia que tuvieron en el éxito de mi doctorado.

 

¿Qué dificultades prácticas y técnicas encontraste en el camino para el desarrollo de tu tesis de investigación?

En filosofía es súper importante leer en las fuentes originales, especialmente si uno quiere profundizar y realizar una investigación de alta calidad. Es por esta razón que la principal dificultad para la realización de mi investigación doctoral fue la necesidad de rápidamente mejorar el nivel de inglés que tenía (que no era muy alto) y aprender alemán. En cuanto al inglés, la UDP me ofreció varias alternativas, que fueron muy provechosas. De especial relevancia fue mi participación en dos versiones del curso Academic Writing, el cual me permitió mejorar el inglés escrito y entender de mejor manera las estructuras gramaticales propias de la lengua. Como se sabe, la metodología correcta de escritura en inglés es muy directa y simple, a diferencia de la de las lenguas romances, las cuales son más retóricas. Sin embargo, como estaba escribiendo una tesis en filosofía, necesitaba también procurar un lenguaje altamente técnico y rico, pues pese a su simpleza, el inglés es una lengua muy rica y cuyas estructuras permiten construcciones complejas y bellas. En relación con el alemán, comencé con un par de cursos intensivos en el Heidelberg Center para Latinoamérica, en su sede de Providencia. Ahí perfeccioné los conocimientos básicos que tenía de la lengua y pude comenzar a leerla, no sin alguna dificultad. Posteriormente, y luego de haber ganado la beca del DAAD, se me otorgó una beca anexa para hacer un curso online de alemán (era imposible presencial, por la pandemia) el cual realicé en Carl Duisberg Center Berlin. Realmente intensivo, con una regularidad de cinco días, cuatro horas y media cada uno, mejoré rápidamente mi nivel. Sin embargo, podría decir que, tanto en el inglés como en el alemán, la prueba de fuego fue ponerlo en práctica cuando estuve en Alemania. La maestría que tengo en ambos idiomas proviene del haber estado expuesto diariamente a ambos idiomas en la cotidianidad de mi estadía en el país europeo.

Otra dificultad que podríamos considerar “práctica”, fue la de atravesar la última gran pandemia que afectó a la humanidad en medio de mi doctorado. Yo comencé mi investigación bajo la tutela del Dr. Bernardo Ainbinder, quien por motivos familiares y profesionales emigró a Australia al término de mi primer año de doctorado. Acordamos que, pese a su ida, yo iría a trabajar junto a él y su esposa, la Dra. Glenda Satne, a la University of Wollongong, en el país oceánico. Entre otras cosas, la pandemia me imposibilitó realizar mi pasantía en esa universidad, razón por la cual también tuve que renunciar a los gastos operacionales de mi beca de ANID. Esto fue complejo en la medida de que me había preparado con el inglés durante los dos años previos a la pandemia, que finalizaron con el haber rendido la prueba de inglés TOEFL, el cual me permitió ser aceptado en la universidad australiana. Mi postulación a los gastos de pasantía internacional de ANID fue exitosa, pero, como comenté recién, tuve que rechazar los fondos porque era imposible realizar la pasantía durante la pandemia, principalmente porque los australianos cerraron rápidamente las fronteras para impedir brotes en su territorio. Esto me obligó a tomar una decisión rápida: me puse en contacto con mi amigo italiano en Colonia, Elio Antonucci, quien me recomendó ponerme en contacto a su vez con su tutor, el Dr. Breyer. El profesor Breyer me respondió muy rápido y aceptó que se comenzara con un proceso de cotutela entre la Universidad de Colonia y la Universidad Diego Portales. Paralelamente, y por recomendación de una amiga, Eva Monardes, postulé a la beca del DAAD para realizar una pasantía de dos años de doctorado binacional, la cual gané. De esa manera, superé una dificultad compleja, la cual me permitió cumplir con mi cotutela en tiempos realmente adversos.

Un tercer punto tuvo que ver con la dificultad de hallar bibliografía especializada, muy específica, de mi investigación estando en Chile. Debo reconocer que la biblioteca de la UDP ha subido exponencialmente su nivel, integrando semestralmente valiosos libros y permitiendo acceso a importantes revistas internacionales, lo que sin duda tiene un impacto positivo en la originalidad de la investigación nacional. Sin embargo, es evidente que aún no tenemos el nivel de una biblioteca europea. En mi caso, mi pregunta de investigación es si era – y cómo – posible pensar filosóficamente la vida y el mundo como categorías interespecíficas, es decir, pertenecientes a todos los seres vivos. Como marco de trabajo, escogí el enactivismo vareliano, así como la fenomenología de Husserl y la antropología filosófica de Plessner. En torno al primer tema, la bibliografía está completamente accesible desde Chile, solo basta poder leerla en su idioma principal, el inglés. Sin embargo, en Husserl no era así, ya que parte de sus investigaciones no han sido aún traducidas al español y, algunas de ellas que eran relevantes para mi investigación, ni siquiera habían sido publicadas. Es por esta razón que, para solucionar el problema, planifiqué hacer mi estadía en los Archivos Husserl de Colonia, lugar donde no solo tuve acceso a toda la bibliografía importante del autor y de sus comentaristas, sino que además a sus trabajos no publicados. Fue para mí apasionante trabajar con los manuscritos inéditos del autor en alemán, lo que además me permitió otorgarle un grado de originalidad a mi trabajo. Es decir, uno siente orgullo de que su investigación tenga una profundidad y originalidad, como siento que es el caso de la mía. En el caso de Plessner, esto es aún más complejo. Su obra fundamental, Los grados de lo orgánico y el ser humano, fue solo el año pasado traducida al español y por primera vez. El resto de su prodigiosa y prominente obra es solo accesible en alemán. En este caso, la biblioteca de la Universidad de Colonia, que conserva las obras completas del autor, fue un lugar en el cual pasé muchas horas investigando al biólogo y filósofo alemán. Este es el modo en el que resolví esta dificultad.

 

¿Por qué consideras que es necesario resolver los problemas fundamentales de la actualidad mediante planteamientos que integren ciencia y filosofía? ¿Cuáles serían estos problemas?

En mi experiencia durante los años cursando el doctorado en filosofía de la UDP y en Colonia, pude comprender que hay problemas fundamentales que no pueden resolverse meramente desde una mirada única y al mismo tiempo celosa de entrar en contacto con otras áreas del conocimiento humano. Uno de ellos y, para mí el fundamental, es el problema del qué y el cómo de la vida. En esto, quisiera desenmascararme de inmediato: soy un vareliano de corazón. Francisco Varela, uno de los chilenos más importantes para la ciencia y filosofía nacionales, fue un ferviente interdisciplinario. Tanto así que, en una de sus obras capitales, The Embodied Mind, plantea que el problema fundamental de las ciencias cognitivas, a saber, qué es la cognición y cómo se instaura en un sistema, incluye un aspecto puramente científico y otro fenomenológico, a saber, el de la experiencia consciente. En este sentido, es necesario no solamente mantenerse en el marco de las ciencias cognitivas clásicas, a saber, la lógica, la matemática, la inteligencia artificial, la psicología, sino que, además, creyó necesario integrar la fenomenología, principalmente por la insuficiencia de la filosofía analítica de la mente en hacer sentido científicamente de la experiencia consciente sin transformarla en algo místico.  Si el problema de la experiencia consciente es cómo la podemos transformar en un dato empírico, entonces es necesario recurrir a una ciencia de la experiencia consciente que sea metodológicamente conducida. Varela encontró esto en la fenomenología: inicialmente en el filósofo francés Maurice Merleau-Ponty y posteriormente en Husserl. Tal como Francisco, yo estoy convencido que investigaciones meramente empíricas solamente pueden hacer sentido de los hechos, pero no de los componentes filosóficos esenciales que constituyen el fenómeno de lo vivo. Por lo tanto, para comprender la vida, es necesario unificar interdisciplinariamente todos los esfuerzos de las ciencias y la filosofía en una comunidad. Tal como plantea el autor en otro lugar, la filosofía y la ciencia deben entrar en contacto como si danzaran, es decir, aportar desde sí mismas en la búsqueda de establecer una armonía unificada donde ambas colaboran con su destreza y lo que pueden y saben hacer.

Otro problema que me parece interesante y que, por cierto, está siendo actualmente investigado por el profesor del IDF, el Dr. Wolfhart Totschnig, es el de las consecuencias filosóficas de la inteligencia artificial para la humanidad. Es claro que la tecnociencia es ingenua acerca de las consecuencias éticas de sus descubrimientos y realizaciones técnicas. Por esta razón, creo que es fundamental reflexionar acerca de tales consecuencias desde la filosofía. Dentro de esta línea, cabe mencionar el problema que piensa el profesor Totschnig, a saber, cuáles son las consecuencias políticas de la inteligencia artificial: ¿cómo deberíamos convivir con máquinas que han llegado a la autoconciencia? Creo que preguntas como estas son imposibles de ser reflexionadas cabalmente desde la ciencia a solas. Por lo tanto, la exploración de la totalidad de las consecuencias de la existencia y revolución de la existencia artificial en el mundo humano es una tarea interdisciplinaria: ciencia y filosofía deben danzar nuevamente, aunque bajo la tonalidad de otro tipo de música.

Por último, me gustaría mencionar investigaciones interesantes de la actualidad que promueven un encuentro entre la filosofía, la psiquiatría y la psicología. Dado que la experiencia humana no es un fenómeno unidimensional, explorarla depende de una riqueza de enfoques que abarca a los tres. En Chile ya hay intentos por realizar este tipo de exploraciones y creo que tienen un futuro promisorio, en el sentido de que la dificultad del problema requiere de la danza articulada y amistosa de esos enfoques. Citando a Whitehead, “Un choque de doctrinas no es un desastre, es una oportunidad”.

 

¿Qué opciones de investigación a futuro abren las conclusiones a las que has llegado?

Creo que son tres las más importantes. La primera de ellas es la posibilidad de reelaborar un concepto específico de la fenomenología de Husserl, a saber, el de generatividad (Generativität). El concepto adquirió importancia principalmente a partir de los trabajos de Anthony Steinbock, cuya obra principal fue traducida al español por una profesora del IDF, la Dra. Rocío Garcés, quien además lo invitó a la UDP el año pasado. Desde mi perspectiva, este concepto que, originalmente se utilizó para describir la historicidad y socialidad humana, puede ser aplicado también a las existencias no humanas. Mi postura es que, a partir de una exploración de los manuscritos tardíos de Husserl, los que están compilados en el tomo XLII de sus obras completas, puede ampliarse el concepto tal y como ha sido entendido.

En segundo lugar, pienso que es posible extender y rearticular lo que Varela y Zahavi desarrollaron hace algunas décadas atrás, a saber, el así llamado proyecto de naturalización de la fenomenología. En su origen, el proyecto abordó principalmente el modo en que la fenomenología de Husserl podía servir al problema de la experiencia consciente dentro de las ciencias cognitivas, para lo cual debía naturalizarse. Sin embargo, es sabido por los estudiosos de Husserl que el filósofo alemán fue un acérrimo enemigo del naturalismo, por lo que la tarea de hermanar fenomenología y ciencias cognitivas pareció una tarea desesperada desde el inicio. Pese a que Varela no vio claramente cómo era posible llevar a cabo este proyecto desde la fenomenología misma y no desde la ciencia cognitiva, Zahavi emprendió esa tarea, con relativo éxito. Pienso que ese éxito parcial tuvo que ver con algo que no desarrollo, pese a que lo menciona en uno de sus artículos sobre el problema. El año 2000 se encontró con Varela en París, ocasión que aprovechó para preguntarle cuáles eran los pasos del proyecto de la naturalización de la fenomenología. Cuenta Zahavi que Varela le respondió que la naturalización era un primer paso y que el segundo era la fenomenalización de la ciencia natural. Pienso que mi tesis doctoral arroja luz sobre cómo algo así es posible. Sin embargo, creo que se puede hacer incluso más, tomando en consideración que el modelo de naturalización hace alusión a las fenomenologías de Merleau-Ponty, Husserl y a veces también de Heidegger, pero aún no se ha hecho con las figuras de otros representantes – más o menos cercanos a la variante fenomenológica husserliana – tales como Plessner o Hartmann. En mi opinión, creo que probar el modo en que la antropología filosófica de ambos autores puede arrojar luz sobre el proyecto de naturalización es algo esperable y provechoso de realizar.

Por último, creo que mi investigación doctoral fue un primer paso para arrojar luz sobre el problema de la vida desde el punto de vista fenomenológico. Sin embargo, hay mucho todavía por hacer al respecto y tengo en mente dedicarme a este problema durante los próximos años. Específicamente, me gustaría explorar sistemática y rigurosamente los vínculos que pueden establecerse entre la antropología filosófica de Plessner y la teoría autopoiética de la Escuela de Santiago, a saber, la de Maturana y Varela. Como se ve, a diferencia de lo que les pasa a muchos doctorandos quienes terminan cansados de explorar un problema filosófico determinado, el problema con el que comencé a trabajar se transformó para mí en algo aún más apasionante y, además, posible de ser explorado de otras formas. Como piensa Husserl, los problemas de la fenomenología son infinitos y requieren de una comunidad de investigadores serios quienes se hagan cargo de ellos. Y, dicho sea de paso, además de vareliano, mi corazón está profundamente comprometido con la tarea que se autoimpuso el viejo Husserl. Tal como él decía con respecto a sus exploraciones filosóficas yo, después de terminar mi doctorado, descubrí que estoy recién comenzando, que soy un aprendiz.