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El 9 y 10 de septiembre, se realizó en el Instituto de Filosofía de la UDP el coloquio «Nietzsche, espíritu libre», que contó con más de una decena de ponencias, además de conferencias principales a cargo del profesor Andrea Potestà (PUC) y las profesoras Diana Aurenque (USACH) y Vanessa Lemm (U. Greenwich). En esta entrevista conversamos con sus organizadores, quienes nos entregan su visión sobre el lugar de Nietzsche en la filosofía actual y la importancia de organizar encuentros académicos amplios que, en sus palabras, sirvan para «crear lazos, pensar en conjunto».
Diego, Leonel, ¿cómo surge la idea de organizar el coloquio «Nietzsche, espíritu libre»? ¿Es algo sobre lo que venían hablando hace un tiempo o surge de manera más espontánea? ¿Qué rol les parece que jugó el Instituto en su concepción?
Surge de manera espontánea pero responde, primero, a un hecho visible: no existen espacios recurrentes en Chile para poder hablar sobre Nietzsche. Segundo, a que, por esto mismo, Nietzsche pareciera ser un filósofo por el que todxs han pasado pero poca gente se detiene. Tercero, esto nos presenta, a quienes nos dedicamos a estudiarlo, la dificultad de no encontrarnos. A partir de estos puntos, los cuales han sido un tema de conversación recurrente entre nosotros, surgió la idea de armar esta instancia de comunión académica entorno a su nombre, cosa que también responde a una intención conjunta de construir a largo plazo una «escena local», idea que veníamos conversando y cultivando hace un tiempo.
El Instituto de Filosofía jugó un rol fundamental en la gestión y gestación de este evento. Respecto a su gestación, el Instituto siempre nos ha dado las herramientas y facilidades para que podamos encontrarnos entre lxs estudiantes del Magíster en Pensamiento Contemporáneo y el Doctorado en Filosofía. Así fue como se nos ocurrió a principios de este año crear el grupo de estudios NIETZSCHE, a través del cual llevamos a cabo, actualmente, un grupo de lectura del primer tomo de Humano, demasiado humano, y fueron los buenos resultados de este último lo que nos alentó a organizar un evento mayor. Gracias a la gran capacidad de gestión de nuestro Instituto es que pudimos sacar adelante este Coloquio en un mes y medio, desde el primer mail preguntando por disponibilidad de fechas, hasta el último, agradeciendo a los expositores por haber participado. Queremos agradecer públicamente a Luis Felipe Alarcón, Juan Ormeño y Diego Fernández por toda la ayuda brindada.
En términos formales, el coloquio tuvo dos características distintivas: primero, se abrió una convocatoria amplia a la que mucha gente respondió; segundo, fue organizado por un doctorando y un reciente titulado del magíster, lo que supone una colaboración que no siempre se da en las facultades e institutos de Humanidades. ¿Podrían contarnos un poco más sobre la experiencia de organizar el coloquio en estas condiciones?
Como estas instancias no son para nada recurrentes, teníamos dos preocupaciones luego de lanzar el call for abstracts: no va a llegar nadie o nos llenaremos de personas poco inclinadas al diálogo, o con poco rigor filosófico, en la línea de una figura mal entendida de los «espíritus libres». A esto le sumamos otra preocupación: el carácter de especialización de esta instancia, porque no queríamos organizar un coloquio sobre Nietzsche en el que se hablen las mismas temáticas trilladas (voluntad de poder, eterno retorno, Übermensch). Para evitar eso, y para seguir con la línea del grupo de lectura que tenemos, propusimos que las ponencias giraran en torno a los «textos del espíritu libre», a saber, Humano, demasiado humano, Aurora y La ciencia jovial.
Lo bueno es que, efectivamente, respondió mucha gente a nuestro llamado: magísters, doctorandos y doctores de distintas regiones de Chile, y profesores asistentes y titulares de distintas universidades de Santiago y Valparaíso, además de doctorandos y académicos de México y Colombia, lo que ciertamente creó un problema de selección y jerarquización para armar nuestro Coloquio tal como habíamos imaginado. A esto hay que sumar el hecho de que tuvimos el honor de que tres profesores de altísimo nivel nos aceptaron la invitación para realizar las conferencias principales: Diana Aurenque, Vanessa Lemm y Andrea Potestà, a quienes volvemos a agradecer por su genuino interés en ser parte de este encuentro. Fue realmente un coloquio de alto nivel.
Respecto a la colaboración entre magíster y doctorado, es cierto, no siempre se da. Pero queremos insistir en que, en parte, estos son los frutos de un Instituto preocupado porque estos encuentros entre programas se de. La posibilidad de que estudiantes de ambos programas puedan tomar tanto los cursos de magíster como de doctorado da pie para encuentros, para pensar en conjunto, entre y contra nosotros. Y, si hay interés de hacer cosas más grandes, esa comunión permite instancias como nuestro coloquio y los distintos grupos de estudios que, actualmente, están activos en el IDF, como el grupo FICHTE, organizado por Feyie Ferrán, y el grupo KANT, organizado por Martín Obreque, ambos compañeros del Doctorado. También tenemos el caso del grupo de lectura Fenomenologías feministas en el que participan profesores, posdocs, doctorandos y estudiantes de magíster. Nuestro Instituto es un gran espacio para conocer gente y pensar juntos.
Nietzsche es sin duda uno de los grandes nombres de la filosofía. Pero tal vez es, de los grandes nombres, el que parece recibir un tratamiento menos sistemático en la academia, sobre todo la latinoamericana. No es difícil, por ejemplo, encontrar especialistas en Descartes, Kant, Hegel, Husserl, Heidegger (o incluso en autores más «híbridos», como Benjamin o Marx), pero Nietzsche parece no correr la misma suerte. Se lo estudia como influencia (de Foucault, de Heidegger o de Deleuze, por ejemplo) o se lo toma como una especie de inspirador (en la medida en que forma parte de las lecturas de muchas y muchos estudiantes de primeros años de filosofía). Esto, por supuesto, puede ser un efecto e incluso una exigencia de su propio pensamiento, pero durante el coloquio se pudo observar un ánimo mayor de «trabajar en Nietzsche», de lograr colectivamente algo más sistemático. ¿Cómo ven el lugar de Nietzsche en la filosofía contemporánea, y en particular en el mundo hispanoparlante?
Reforzando algunas afirmaciones anteriores, pareciera ser que aquí todxs leyeron a Nietzsche pero nadie quiere estudiarlo, nadie quiere tomárselo en serio. Algunos porque son más nietzscheanos que Nietzsche y se tomaron demasiado en serio la idea de Zaratustra de que para seguirlo no hay que seguirlo. Otros porque, justamente, se quedaron con lo que le enseñaron en pregrado sobre este filósofo, en un ramo de filosofía moral, o filosofía moderna/contemporánea, por un profesor que considera más importante a Kant o a Hegel. Casi no tenemos especialistas en Nietzsche enseñando e investigando sistemáticamente su obra en nuestras universidades. Esto trae, por consecuencia, que menos estudiantes se entusiasmen con su pensamiento, o peor aún, que estos profesores se encuentren con estudiantes que vienen de leer de manera juvenil El Anticristo o Así habló Zaratustra, y, en vez de orientarlos en la lectura, caen en los mismos prejuicios que el siglo XX con su obra, y tildan su trabajo de poco serio, poco sistemático, y todas las ridiculizaciones que hemos visto recaer sobre él.
Pensar con Nietzsche implica no congelar su pensamiento, sino activarlo constantemente. Eso hicieron, en su momento, Deleuze y Foucault, y también lo lograron los participantes del coloquio, quienes llevaron al límite las preguntas e introdujeron nuevos planteamientos. Esto no significa que no haya que ser riguroso en su lectura, al contrario. Estudiar a Nietzsche es un ejercicio que está lleno de trampas y desvíos, y es común ver textos dedicados a corregir malas interpretaciones o a discutir afirmaciones que Nietzsche nunca hizo. Es agotador tener que seguir aclarando que Nietzsche no tiene nada que ver con el nazismo. Esperamos que llegue el día en que esa falsa relación se rompa definitivamente.
Tomando en consideración que la editorial italiana Adelphi, a cargo de la edición crítica de la obra de Nietzsche (en sus inicios dirigida por Giorgio Colli y Mazzino Montinari, y en la cual participaron otros prominentes pensadores italianos como Giuliano Campioni, Roberto Calasso, Sossio Giametta, Chiara Colli y Maria Cristina Fornari), sacó a luz el último tomo de sus Opere di F. Nietzsche el 2001, los cinco tomos de sus Frammenti Postumi los terminaron de corregir y editar el 2009, y los epistolarios el 2011, podemos asegurar con toda certeza de que no hay mejor momento que ahora para estudiar y enseñar sobre Nietzsche. Para esto, en el Coloquio que organizamos fuimos capaces de encontrarnos entre quienes estamos interesados en detenernos en sus textos y leerlo lentamente, rumiando sus escritos, con precaución. Nos alegra que se haya podido transmitir ese ánimo de trabajarlo sistemáticamente. Ahora, en medio de una crisis ecológica provocada por la proliferación de formas de vida que, justamente, la niegan, es urgente volver a Nietzsche.
¿Creen que este tipo de instancia pueden ayudar a crear espacio de trabajo, recepción o interpretación en torno a su obra? Una vez terminada, ¿les parece que vale la pena el tiempo y el trabajo que toma organizarlas?
Vale la pena cada minuto invertido en organizar estos espacios de trabajo. No solo porque permite conocernos quienes tenemos intereses filosóficos afines, sino porque también nos muestra el panorama actual de lo que se está investigando. El trabajo académico puede tornarse bastante monótono y solitario por sus propias características y exigencias, pero es este peligro el que podemos combatir si nos permitimos compartir nuestros escritos, si dejamos que el resto de la comunidad nos lea y nos critique. En nuestro caso, dos investigadores ajenos a nuestra universidad se quisieron unir a nuestro grupo de lectura porque les contamos qué estábamos haciendo con Nietzsche en el IDF. Crear lazos, pensar en conjunto, es lo que permiten estos encuentros. Solo así cobra sentido dedicarse a la filosofía, o por lo menos para nosotros es así.