Martín Obreque es candidato a Magíster en Pensamiento Contemporáneo: Filosofía y Pensamiento Político del Instituto de Filosofía UDP; Paz Lamas es profesora en Educación Media y Superior de Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Ambos asistieron a la primera versión de la Escuela de Verano 2024 "Sistema y complejidad en el idealismo alemán".

La Escuela de Verano 2024, organizada por el Instituto de Filosofía junto a la Sociedad Iberoamericana de Estudios Hegelianos (SEH), consistió en distintos formatos de discusión guiada sobre textos estudiados previamente entre los asistentes y un orador especializado por sesión. Los oradores de la escuela (Rocío Garcés Ferrer y Pablo Pulgar Moya del Instituto de Filosofía UDP; Zdravko Kobe de la Universidad Ljubljana; Anton Fr. Koch de la Universidad de Heidelberg; Giovanna Miolli de la Universidad de Padua; Sandra Palermo de la Universidad de Pavia, Fernanda Medina de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y Jimena Solé de la Universidad de Buenos Aires), se enfocaron en diversos aspectos y autores del idealismo alemán, con especial énfasis en Kant, Fichte, Schelling, Hegel y Jacobi.

Conversamos con Martín Obreque y Paz Lamas, dos de los veintitrés participantes de la  primera versión de la Escuela de Verano UDP. Martin Obreque se enfoca en la investigación de la obra de Immanuel Kant, especialmente en las nociones de sistema y organismo en la filosofía trascendental y la antropología. Por su parte, Paz Lamas investiga sobre el idealismo alemán, la recepción filosófica en Argentina de la filosofía idealista y la crítica feminista a la filosofía moderna.

 

¿Cómo fue tu experiencia en la Escuela de Verano 2024?

Martín: Mi experiencia en la Escuela de Verano 2024 fue maravillosa. Ha sido una experiencia novedosa para Chile en cuanto a su formato intensivo y con espacios aptos para la reflexión colectiva. Destaco en particular dos cuestiones. Por un lado, la construcción cuidada de un programa sobre el idealismo alemán de la mano de las nociones de sistema y complejidad que permitió articular un sentido coherente de las diversas sesiones de discusión y conferencias. Por otro, la calidez de la organización y participantes que permitió orquestar por una semana una verdadera comunidad filosófica entre personas de distintos lugares de Chile, Argentina, Italia, Eslovenia y Alemania. Sin duda los lazos humanos y académicos que se forjaron permanecerán vivos.

Paz: Mi experiencia en la Escuela de Verano fue más estimulante de lo que imaginé. Siento que, con el correr de los días se conformó una comunidad filosófica que comparte las ganas de pensar, cuestionar y buscar respuestas a un conjunto de problemáticas que la filosofía clásica alemana plantea pero también promover una manera de hacer filosofía desde nuestras coordenadas y paisajes particulares, que nos llevan a reinterpretar esa filosofía de una manera original.

Poder dialogar y escuchar a les profesionales de la filosofía que brindaron las conferencias realmente amplió los horizontes no solo teóricos sino también prácticos de les participantes. Los primeros, los teóricos, para poder relacionarse de una manera más cercana y accesible para con los textos y autores trabajados durante la escuela, permitiendo un afianzamiento con esos sistemas filosóficos complejos. Por otra parte, amplió los horizontes prácticos ya que de conjunto pudimos intercambiar miradas acerca del por qué estudiar filosofía en este tiempo y coyuntura neoliberal que asaltan el pensamiento crítico y detenido que requiere nuestra disciplina. Como también pensar problemáticas de nuestra realidad para acceder a los textos.

En el trascurso de la Escuela de Verano, salió la discusión ético-política a flote, casi como por necesidad la pregunta de qué hacer/cómo/desde dónde y qué leer del canon filosófico heredado por la tradición (que no deja de ser la lectura y propuesta europea, masculina y en muchos casos sexista y racista) también tuvo lugar.

Quisiera destacar que contar con la presencia de profesoras que se dedican al estudio de autores del Idealismo Alemán en la Escuela, en mi experiencia, resulta alentador ya que en los estudios de estas temáticas no abundamos las mujeres y disidencias. Quizás por prejuicio, quizás porque la academia quiera que nosotras/es nos dediquemos a un área reducida de la investigación, que tenga que ver exclusivamente con nuestro hecho de ser mujeres y para controlar y restringir nuestros círculos de aparición pública. O quizás también, y no menos importante, por lo que los autores que pertenecen a la filosofía clásica alemana han sido bastante hostiles para con las mujeres y se han encargado de decir que no estamos preparadas para el estudio de la filosofía.

En este sentido, me interesa contar que la interseccionalidad estuvo presente en el desarrollo de la Escuela para ayudarnos a plantear qué hacer con esta realidad que nos atraviesa.

Lo que pude notar es que el hecho de que nuestras corporalidades estudien a estos autores permite poner en tensión lo que estos han dicho desde lugares inexplorados durante muchas décadas. Es decir, nuestra presencia inesperada por ellos, habilita la posibilidad de problematizar desde lugares no centrales esas filosofías. Y de conjunto, abren paso a la producción filosófica desde nuevas miradas que desafían a la propia tradición. Pero sobre todo, remarca que tenemos el derecho a preguntar por qué estos autores tan importantes para la historia de nuestra disciplina han sido tan crueles con las mujeres (y disidencias); como así también la obligación de incomodar a quienes pretenden que no focalicemos o dejemos pasar esos pasajes en los que los autores nos impiden y niegan el estudio de la filosofía y las ciencias.

Algo que me puso muy contenta de la Escuela de Verano es que fomentó el encuentro de jóvenes estudiantes de filosofía en Latinoamérica permitiéndonos tener un rol activo en su desarrollo. Es decir, nos sentimos protagonistas de cada etapa de la propuesta. Además, nos hizo dar cuenta que por ser de aquí, tenemos mucho más en común que lo que solemos creer a la hora de acercarnos al abordaje de la disciplina. Puedo afirmar que nos hemos dado cuenta de que es posible hacer crecer la práctica filosófica con y desde nuestros intereses y parámetros; un poco traidora del colonialismo y el academicismo.

Gracias al constante intercambio de experiencias que motivó la Escuela, desde mi lugar, pude reconocer cuan significante, importante y única es la gratuidad de la universidad pública en Argentina. La misma que está en constante amenaza desde los sectores de derecha que creen que gobernar es ajustar, reprimir y hambrear a costa de desilusión, saqueo y robo del futuro. En este sentido, la Escuela de Verano ha sido para mí un gran impulso a la imposibilidad de claudicar en el estudio de la filosofía. Es decir, la comunidad de la que he podido ser parte, logró potenciar la fuerza con la cual vuelvo a mi país a continuar mis estudios. Sembró una esperanza que alimenta las ganas de ser-con-otres, e ir hacia el futuro a encontrarme con aquello que deseo; que es la posibilidad de re-encontrarme con estas experiencias y maneras de hacer filosofía que fortalezcan a la región, desde y con el pensamiento crítico, activo y transformador.

Le estoy agradecida a la Escuela de Verano por ser el estímulo a la imaginación y alegría para crear y luchar por nuevas realidades, donde la justicia social sea rectora. Así como nadie se salva solo/a/e; no concibo que sea posible la idea de hacer filosofía en soledad.

 

¿En qué temáticas enfocas tus investigaciones en filosofía? ¿De qué manera ha aportado la Escuela a los problemas de investigación que enfrentas?

Martín: Mi investigación se ocupa de la filosofía trascendental y antropología de Kant. Específicamente, las nociones de sistema y organismo en la primera y tercera Critica, por un lado, y la relación entre crítica y antropología, por otro. ¿Por qué Kant ocupa la metáfora del organismo natural para hablar de la unidad sistemática de la razón? ¿Qué aprende la razón de los seres vivientes? Esas estimulantes cuestiones pudimos discutir con ocasión de la participación de Sandra Palermo, profesora de la Universidad de Pavia. Fue clave que no solo fuera una conferencia, sino que previamente discutiéramos detalladamente junto a la profesora el uso de la metáfora orgánica y el concepto de organismo natural en los textos de Kant. Fue muy grato, además, encontrarme con diversas reformulaciones de tópicos kantianos en Fichte, Schelling y Hegel, así como reflexionar sobre la práctica filosófica misma.

Paz: Mis investigaciones en filosofía están enfocadas en la primacía de lo práctico iniciada con el idealismo alemán, particularmente los autores Fichte y Kant. Esta inquietud me llevó a estudiar la recepción que ha hecho de estos autores el filósofo argentino Alejandro Korn (1860-1936). En quien no se encuentra una recepción pasiva ni acrítica de los idealistas, sino que a lo largo de su obra se encuentra una lectura original, crítica y fructífera, impulsada por el interés práctico del pensamiento, donde se subraya la imposibilidad de hacer filosofía sin el anclaje territorial. Tal como el mismo Korn dice, no podemos esperar que desde las calles de las ciudades del norte decidan la suerte de nuestro pueblo. Es decir, debemos forjar nuestro carácter para plantear cuales son nuestras problemáticas y sus soluciones. Sin hermetismos geográficos y académicos, estudiamos la filosofía de Europa, que de algún modo la heredamos por la conquista, pero sin someternos a ella cual si fuera un dogma, ni tampoco como la única posible.

Puedo afirmar, en este punto, que una temática que acompaña mis estudios de manera transversal es el anticolonialismo y el feminismo, porque considero que, desde mi lugar, no puedo no tener en cuenta esos factores. Son intrínsecos y aparecen en todo lo que estudio, investigo y divulgo sobre filosofía. La Escuela de Verano posibilitó el trabajo y la discusión colectiva de los autores idealistas, pilares en mi investigación, significando un enorme aporte para el abordaje de los textos y particularmente, me permitió acceder con mayor profundidad a la conceptualización del concepto de libertad que cada uno de los filósofos presenta. Gracias a la participación en los grupos de estudio, previos a las conferencias, he podido comprender las zonas complejas de los textos propuestos por les docentes. Esto me anima a leer los textos con mayor confianza.

Además, considero que la Escuela de Verano nos brindó a todes la posibilidad de participar tanto de las conferencias como de los grupos desde una calidez única, que alentaron, sin duda, el querer conocer en profundidad las discusiones tanto tradicionales como actuales sobre los filósofos.

Finalmente, la Escuela me permitió dialogar con quienes se dedican actualmente al estudio de los filósofos y han hecho aportes significativos al mundo académico con sus investigaciones. Como así con quienes hoy estamos iniciando nuestro camino en la investigación, permitiendo el mutuo enriquecimiento.

 

¿Crees que tenga un valor agregado el hecho de que la Escuela se haya realizado fuera de Santiago?

Paz: Creo que esta pregunta se responde quitando los signos de pregunta a la segunda: creo necesario promover el debate en filosofía desde Latinoamérica. Es algo que, de hecho, ocurre hace muchas décadas. Creo también que es hora de hacernos cargo y reconocer que en Latinoamérica hay filosofía, debate de ideas y de diversas corrientes de pensamiento filosófico, que permiten dar cuenta de nuestra identidad hace rato. Considero que debemos dejar de “pedir permiso” para pensar; o dicho de otra manera, asumir nuestra tradición. Cuando digo no pedir permiso, quiero hacer referencia  a no esperar ningún tipo de reconocimiento desde el norte, ya que no creo que lo necesitemos para dar cuenta de lo que somos capaces de hacer o de formular. No debemos permitir que el norte global tutele al sur. Es una decisión, como dicen todos los idealistas, el pensar por une misme. A nivel pueblo, podemos resistir y cuestionar el colonialismo que se expresa en las maneras en las que la hegemonía pretende que construyamos nuestras subjetividades. No sería un acto soberbio sino más bien de reivindicación histórica por todes aquelles que han aportado a la historia del pensamiento y que no terminamos de reconocer. José Martí no es menos que Kant, ni Sor Juana Inés de la Cruz es menos que Simone de Beauvoir, y así podría seguir…

Quise ir desde Argentina para participar de la Escuela de Verano porque no quería perderme la oportunidad – que no es tan común- de formar parte de una comunidad filosófica. Además, desde sus inicios, el idealismo alemán ha sido muy inspirador en estas tierras, por lo que no tenía dudas de que esta sería una nueva oportunidad para animarnos a pensar proyectos transformadores de nuestras realidades. En el contexto actual en el que se encuentra mi país, a saber, recorte del gasto público, pérdida de derechos sociales, de autonomía política y una gran amenaza al sistema democrático -que tanta sangre nos ha costado y más de 30 mil desaparecidos- ir hacia aquella orilla me ha hecho entender que es el momento en el cual la filosofía no puede claudicar. Aunque es sabido que la libertad de pensamiento, el problematizar y cuestionar que la filosofía requiere, molesta. Como también les molesta el lazo social, afectivo, solidario y comunitario, (y por ello buscan que nos quedemos cada vez más soles y aislades), cosa que, con la Escuela se logró romper para ir a contra mano, una vez más.

Con la escuela se dio un gran paso para pensar y construir los nuevos aportes del idealismo a la filosofía hecha en este siglo, y viceversa, generar aportes latinoamericanos al idealismo. Al brindar la formación desde una unidad académica latinoamericana, la propuesta no me fue indiferente, por el contrario, me motivó y entusiasmó a querer participar.

Me gustaría felicitar a les organizadores por concretar esta iniciativa, y fomentar el encuentro filosófico, como así también agradecer a todes les profesores e investigadores que nos han compartido sus estudios, inquietudes y han sabido tratarnos con amabilidad, motivación y respeto hacia les estudiantes.

Martín: Sí. La respuesta fácil: descentralizar el ejercicio académico y filosófico. Sin embargo, me parece más interesante no tanto destacar que la escuela se haya hecho fuera de Santiago, sino que fuese en Valparaíso. Cerros voluminosos, caminos que se funden unos con otros, casas de múltiples colores, una pintura nueva en cada vuelta que es más imprevista que la anterior, escaleras que parecen interminables, pero que llevan siempre a algún lugar. La dinámica algo caótica de Valparaíso es parecida a la de la filosofía: caminos enrevesados y algo inexplicables, pero siempre abiertos a la novedad, la experiencia o simplemente a otro camino. Si Benjamin se maravilló con los pasajes de Paris, aquí podemos hacerlo con los cerros de Valpo.