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El lunes 2 de mayo a las 19:00 hrs. en el Auditorio de Postgrado de la Facultad de Economía y Empresa UDP (Ejército 278, Santiago) se presentará el volumen, publicado por Ediciones Metales Pesados y coordinado por ambos profesores del IDH. Incluye ensayos de L Felipe Alarcón, Matías Bascuñán, Ilit Ferber, Jérôme Lèbre, Aïcha Liviana Messina, Andrea Potestà, Fabián Ludueña Romandini, François-David Sebbah y Emmanuel Taub.

Este último explica que la publicación “es el resultado de un coloquio que organizamos en la UDP en el 2014. De ahí surge una serie de nombres de académicos que participaron del evento como Matías Bascuñán, Andrea Potestà, L Felipe Alarcón y Jérôme Lèbre. A ellos les hemos pedido y dado libertad para desarrollar sus ideas aquí expuestas y transformarlas en un artículo. Por otro lado, hemos invitado a académicos de Argentina, Francia e Israel a contribuir con el libro, ya que conocíamos sus trabajos anteriores y nos interesaba que esta edición cubriera diferentes aspectos y voces que reflexionaran sobre el problema y la relación de la filosofía y el mesianismo. Ellos son Fabián Ludueña Romandini, Ilit Ferber y François-David Sebbah. Por último, incluimos la traducción de una carta escrita por Gershom Scholem a Franz Rosenzweig que se encontraba inédita en castellano y que tiene el espíritu de lo que el libro quiere discutir y dialogar”.

Aïcha Liviana Messina, por su parte, sostiene que “sin duda, han habido otros libros sobre este tema. En sí, el tema ‘filosofía y mesianismo’ no es particularmente original. Lo que hemos buscado, no es hacer un compendium de todo lo que se ha dicho en filosofía sobre el tema del mesianismo y de todas las distintas tradiciones mesiánicas. Un libro es un recorrido y un libro que reúne textos de distintos autores es un libro de encuentros. El criterio fue el de esbozar un recorrido posible y una historia: la carta de Scholem que abre el libro da cuenta de los peligros políticos del lenguaje, el texto que clausura el libro reflexiona sobre los peligros éticos, políticos  y filosóficos del silencio. Entre el inicio y el fin se trató de dar cuenta del modo en que se puede decir que el lenguaje es el tiempo, de las promesas que puede constituir este tiempo, de sus ‘virtudes’ éticas y políticas, de la dimensión filosófica de este tiempo”.

–Además –agrega Emmanuel Taub– considero que este libro muestra el interesante abanico por el que se puede pensar el mesianismo: el mesianismo judío, la potencia del lenguaje y el problema de la ley, el problema mesiánico en la tradición cristiana, y el análisis sobre esta cuestión en autores fundamentales como Gershom Scholem, Heidegger, Levinas, Derrida y Walter Benjamin.

Ustedes, además de haber editado este volumen, tienen un grupo de estudio en el IDH sobre filosofía y mesianismo. ¿De dónde proviene ese interés y cuáles son sus objetivos al trabajar sobre este tema? ¿Qué pertinencia tiene abordarlo desde una universidad chilena hoy? ¿Cómo ha sido la recepción? Al parecer, ha habido interés, ya que veo que también hay ensayos de estudiantes en este libro.

ET: El grupo de estudios es el resultado de un trabajo conjunto que venimos haciendo hace varios años y que intenta continuar un diálogo en torno al mesianismo como problema filosófico. En este sentido, creo que el mesianismo se ha vuelto un problema y un lugar para la reflexión filosófica, política y social. Desde diferentes partes se han multiplicado en los últimos años trabajos sobre este tópico, al mismo tiempo que ha ido permitiendo ocupar un sitio en el debate contemporáneo. Ya sea en Chile como en Argentina, hay una recepción importante del mesianismo como tema de discusión. En este sentido, creo que ello se debe a que alrededor del mesianismo podemos discutir temas que vinculan distintas tradiciones y perspectivas desde el pasado a nuestro tiempo.

ALM: El mesianismo es un tema que ha cobrado mucha importancia en la filosofía del siglo XX, por varias razones. Una de ellas es que ha permitido repensar algunas nociones de la filosofía política: el problema del acontencimiento, de la revolución. Nuestro objetivo es muy simple: buscamos dar la oportunidad de profundizar lo que el estudio de este tema implica y dar más herramientas para hacerlo. Lo que es interesante es que estas herramientas se encuentran en distintos lados: en la teología (y es un campo amplio, respecto al cual hay demasiada ignorancia y muchos prejuicios), en la fenomonología, en el campo de la descontrucción, incluso en los estudios neokantianos, hegelianos… Si ha habido interés, es porque toca justamente distintos tipos de intereses que ocupan estudiantes y académicos, y da la ocasión de hacer cruces a veces inesperados.

portada-filosofia-y-mesianismoDicen, en el prólogo, que “filosofía y mesianismo tienen en común la aspiración a un tipo de revolución (quizás de hecho el único) que no aspira solamente a <<otros tiempos>>, sino a un tiempo otro e incluso al otro del tiempo”, que el mesianismo está “en los fundamentos de los tres monoteísmos y en las bases de la Modernidad, en lo que define nuestra razón” y por tanto “debe ser pensado”, para luego concluir: “es la pregunta por el Mesías lo que impide a la filosofía clausurarse, replegarse en los confines del saber”. ¿Solo la pregunta por un Mesías permite a la filosofía no clausurarse en sí misma? ¿Ese “desencantamiento del saber” con el que asocian a la “promesa mesiánica” no puede provenir de perspectivas políticas o de justicia seculares, no teológicas?

ALM: Esta pregunta es esperable, la plantean incluso autores que  han repensado el mesianismo (como por ejemplo Derrida). En una discusión con Bensussan, Nancy pregunta si no debemos abandonar el término por otro. Encuentro oportuna la pregunta porque de esto se trata, de esta molestia y tensión dentro de la secularización. Tengo varias razones para pensar que no hay que abandonar la palabra mesianismo como lo sugiere Nancy. La primera es que abandonarla es perder de vista que hay un pensamiento en las multiples tradiciones mesiánicas y que además, esta multiplicidad hace pensar. Si abandonamos el término por otro en aparencia “secular”, no solo hacemos como si –como siempre– solo la filosofía fuera capaz de pensamiento (crítico), sino que además perdemos de vista esta multiplicidad, estas tensiones que en ellas mismas son pensantes. La segunda es que debemos recordar que la secularización es la secularización de algo. No hay una secularización y no hay un solo modo de secularizar. Entonces ¿en qué marco secular nos vamos a mover a la hora de pensar perspectivas políticas seculares? Referirse a los tres monoteísmos es recordar que la secularización es una categoría histórica y que lo que presenta como secular deja impensada la tradición específica que seculariza. La tercera (y probablemente no es la última) es que en su multiplicidad y en su versatilidad (el mesianismo pasa a ser discutido por los doctores del Talmud, por algunos marxistas y también por aquellos que no se satisfacen de los “ismos”) esta noción excede estos territorios bien definidos. Secular, teológico: ¿quién decide estas fronteras? La riqueza del mesianismo como tema filosófico está en este exceso el cual hace pensar mucho más que la dimensión tranquilizadora, ordenadora de estas categorías.

Vuelvo ahora a la primera de las dos preguntas: ¿solo la pregunta por el Mesías permite a la filosofía desclausurarse? ¡No! Por supuesto que no (y de hecho lo sabes). El mesianismo –la pregunta por el tiempo, por el porvenir del tiempo, por el aquí y ahora, por el tiempo como dimensión de la praxis, de la relación, del pensamiento, por el tiempo como promesa, transformación, revolución…– trae problemas específicos, hace posible des-clausuras específicas. Algunas preguntas que se plantean en el libro podrían ser planteadas desde otras “fuentes”. Desde la literatura, por ejemplo. Y probablemente el tipo de problema, de caminos, serán distintos. Lo que es importante, creo, no es tanto producir un “desencantamiento del saber” sino tornar este desencantamiento pensante y pensar desde ciertas prácticas (la literatura es una experiencia del lenguaje, la lectura de un libro –de la Torah por ejemplo– también es una experiencia y una práctica). Quizás desclausurar sea esto: pensar-con para seguir pensando y reconocer que hay un pensamiento dentro de las praxis.

ET: El mesianismo no es el único problema que saca a la filosofía de su ensimismamiento, pero sí es un problema urgente del que la filosofía tiene mucho para dar. En ese sentido, entran en juego las reflexiones sobre el lenguaje y la ley, sobre el tiempo y lo sagrado, sobre el devenir del mundo y del hombre, y por ello la urgencia de la reflexión. Creo que pensar lo mesiánico nos permite re-pensar los problemas que la filosofía ha hecho suyos desde un pensar del afuera: exigiéndole a la filosofía preguntarse, en última instancia, por la filosofía misma. El desencantamiento del saber es parte del desencantamiento del mundo, o del mundo moderno y su tiempo de clausura del anonadamiento, la inocencia y el asombro. No sé si el mesianismo es una solución, pero ante la pregunta por el devenir del hombre y del mundo volvemos a poner sobre el tapete la construcción del saber (u otro saber), la pregunta por lo in-explicable y por las certezas. Partiendo de la idea de la imposibilidad de las certezas, y menos aún de las certezas sobre el escenario mesiánico del mundo venidero, la tarea se hace presente y urgente, y la reflexión filosófica vuelve a encantarnos.

Tanto en el prólogo como en algunos ensayos del libro (en particular en el texto de Aïcha sobre la violencia del silencio en Levinas) parece haber una crítica al statu quo de la filosofía, a sus limitaciones y a las posibilidades de excederla. ¿Cuál es la visión que tienen acerca de la práctica filosófica actual y en qué medida este libro contribuye a repensarla?

ALM: ¡Es una pregunta muy dificil! Esto implica pensar la institución y la relación entre filosofía e institución. Yo creo que la filosofía excede este marco y a la vez lo requiere, aunque obviamente y felizmente se escriben grandes libros fuera de la institución. Este marco actualmente podría ser de lo más pobre, en el sentido de que lo que le da forma no es lo que son las humanidades sino, al menos en gran parte, las necesidades del mercado. Y a la vez puede ser muy interesante porque me parece que estamos más que nunca implicados en las condiciones materiales de la producción. De alguna manera, no podemos solo definirnos “contra” la institución como fue el caso en otros momentos, debemos también luchar dentro de ella y con ella. Esto crea una situación nueva para la filosofía y que hay que pensar. Por supuesto debemos seguir teniendo una actitud crítica. Pero lo que quiero decir es que ahora la frontera no está tan clara, y no necesariamente está entre lo institucional y su “Afuera”.

ET: Creer en el statuo quo de la filosofía es una ficción y la crónica de una muerte anunciada. Justamente, la filosofía necesita vida y movimiento, exigirse y transformarse. Necesita el diálogo con la teología por ejemplo, o con las ciencias duras. Creo que en esos entrecruzamientos todos nos enriquecemos. Este libro busca enriquecer el debate actual, y salirse de la comodidad del pensamiento.

ALM: Pero claro, si dentro de la institución no logramos crear otras formas, si todos estamos formateados en función de criterios meramente pragmáticos, entonces qué puedo decirte… vamos a vivir en un mundo muy ordinario. Pero justamente esto no está pasando. Además hay un trabajo editorial (¡grandes editores!) detrás, que hace que la institución tenga ventanas y tenga donde mirar. Es importante. La edición juega un rol clave en la posibilidad de vivir en un mundo más libre.

Texto: A.F.

Fotos: gentileza ALM y ET.